Wednesday, April 12, 2006

Jacques Lacan, el padre del psicoanálisis francés, decía que uno no se cura hasta que no asume la castración. Si prescindimos de la jerga psicoanalítica, lo que pretende decir es que alguien no puede ser feliz si no asume su limitación, su incompletud. Todos estamos limitados y cada uno ha de asumir su propia limitación. Ni todo lo puedo, ni puedo tenerlo todo. El deseo es señal de una carencia, de un vacío. Cuando lo satisfacemos, la dicha nos dura muy poco y enseguida surge de nuevo otro deseo. Todo deseo satisfecho crea deseos nuevos. Somos como pozos sin fondo, que sólo por momentos parecen llenarse y rebozar, pero su estar lleno es muy efímero y enseguida vuelve la falta, la oquedad. Y no se trata de seguir inútilmente rellenando lo irrellenable sino de renunciar al lleno, de aceptar la incompletud.
Es también, por último y sobre todo, el vaso medio vacío o medio lleno del saber popular. La plenitud no está tanto en lograr lo que anhelas, sino en valorar lo que tienes.
“No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz,
sin haber aumentado tus sueños.

No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.

Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia. Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa.
Tú puedes aportar una estrofa.

Walt Whitman.
No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre”.

Monday, April 10, 2006

Julio Cortázar tiene un delicioso relato que describe magistralmente el mundo fóbico, se llama 'La casa tomada'. Dos hermanas vivían en una enorme casa. Un día, estando ambas en la cocina, oyeron un extraño ruido en la despensa. Algo o alguien había allí dentro y sintieron pavor. Ninguna de las dos se atrevió a entrar, sólo pudieron acercarse a la puerta para cerrarla y echarle la llave. Así quedaron tranquilas, la casa era grande y podían habitar el resto. Pero aquel era un cierre en falso, en el fondo seguían asustadas y para quien tiene miedo, todos son ruidos. Así, un día, pasadas unas semanas, estaban en el salón y de repente escucharon aquel extraño ruido amenazante, ahora en la cocina. La congoja se apoderó de ambas, las piernas les temblaban y apenas podían mantenerse en pie. Tampoco fueron capaces de entrar, sólo pudieron cerrar la puerta con llave y siguieron habitando en el resto. El relato termina saliendo las dos de la casa y echando la llave por fuera. La casa estaba tomada por el miedo. Si le dejas espacio al miedo, el miedo lo invade.
Lo que hace crecer al miedo, como el viento al fuego, es la evitación.
En una tierra en guerra había un rey que causaba espanto. Cuando hacía prisioneros, no los mataba: los llevaba a una sala donde había una grupo de arqueros en un lado y una inmensa puerta de acero en el otro sobre la cual se veían grabadas calaveras cubiertas de sangre..... En esta sala, el rey hacía formar en un círculo a los prisioneros y les daba a elegir entre morir atravesados por las flechas de los arqueros o atravesar la puerta misteriosa: todos elegían morir a manos de los arqueros. Terminada la guerra, un soldado que por mucho tiempo había servido al rey, se acercó a él y le dijo: "¿Señor, que hay detrás de la puerta?" "Ve y mira tú mismo", le contestó el rey. El soldado abrió, entonces, temerosamente la puerta y a medida que lo hacía, rayos de sol entraban y caldeaban el ambiente hasta que abierta del todo, el soldado descubrió sorprendido que la puerta se abría sobre un camino hacia la libertad. "Yo les daba la elección", dijo el rey, "pero preferían morir antes que arriesgarse a abrir esa puerta". Cuantas puertas dejamos de abrir por miedo a arriesgarnos? Cuantas veces perdemos la libertad y morimos por dentro solamente por sentir miedo de abrir la puerta de nuestros sueños?

Wednesday, April 05, 2006

J'ai de la peine à quitter la ville parce qu'il faut me séparer de mes amis ; et de la peine à quitter la campagne parce qu'alors, il faut me séparer de moi.Joseph Joubert